Puntos que recordar
Busque ayuda cuando el comportamiento o las dificultades emocionales del niño duran más de unas semanas y están causando problemas en la escuela, en el hogar o con los amigos.
Siempre busque ayuda inmediata si un niño se comporta de manera peligrosa o habla de querer lastimarse a sí mismo o a otra persona.
Una evaluación exhaustiva puede ayudar a determinar si es necesario dar tratamiento y qué tratamientos pueden ser más eficaces.
El tratamiento temprano puede ayudar a abordar las dificultades actuales del niño y también puede ayudar a evitar problemas más graves en el futuro.
Cuándo buscar ayuda
Incluso en las mejores circunstancias, puede ser difícil distinguir entre las emociones y los comportamientos desafiantes que son consistentes con el desarrollo infantil típico y aquellos que son motivo de preocupación. Es importante recordar que muchos trastornos como la ansiedad, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad y la depresión pueden ocurrir durante la infancia. De hecho, muchos adultos que buscan tratamiento recuerdan cómo estos trastornos afectaron su niñez y quisieran haber recibido ayuda antes. En general, si el comportamiento de un niño persiste por algunas semanas o más, causa angustia al niño o a la familia e interfiere con el funcionamiento en la escuela, en el hogar o con los amigos, entonces considere buscar ayuda. Si el comportamiento de un niño es peligroso, o si un niño habla de querer hacerse daño a sí mismo o a otra persona, busque ayuda de inmediato.
Los niños pequeños pueden beneficiarse de una evaluación y tratamiento si:
Tienen rabietas frecuentes o están sumamente irritables la mayor parte del tiempo
A menudo hablan de sus miedos o preocupaciones
Se quejan de dolor de estómago o dolores de cabeza frecuentes sin causa médica conocida
Están en constante movimiento y no pueden quedarse quietos (excepto cuando miran videos o juegan videojuegos)
Duermen demasiado o muy poco, tienen pesadillas frecuentes o parecen que tienen sueño durante el día
No están interesados en jugar con otros niños o tienen dificultad para hacer amigos
Tienen problemas académicos o recientemente sus calificaciones han bajado
Repiten sus acciones o verifican las cosas muchas veces por miedo a que algo malo pueda suceder.
Los niños mayores y los adolescentes pueden beneficiarse de una evaluación si:
Han perdido el interés en las cosas que solían disfrutar
Tienen poca energía
Duermen demasiado o muy poco, o parecen tener sueño durante todo el día
Pasan más y más tiempo solos y evitan las actividades sociales con amigos o familiares
Tienen miedo a aumentar de peso o hacen dieta o ejercicio de manera excesiva
Se autolesionan (por ejemplo, se cortan o se queman la piel)
Fuman, beben o usan drogas
Participan en conductas arriesgadas o destructivas solos o con sus amigos
Tienen pensamientos de suicidio
Tienen períodos de muchísima energía y actividad y requieren dormir mucho menos de lo habitual
Dicen que piensan que alguien está tratando de controlar su mente o que escuchan cosas que otras personas no pueden escuchar.
Las primeras medidas que los padres pueden tomar
Si le preocupa su hijo, ¿Qué debe hacer primero?
Hable con el maestro de su hijo. ¿Cómo se comporta el niño en la escuela, en la guardería o en la hora del recreo?
Hable con el pediatra de su hijo. Describa su comportamiento e infórmele lo que ha observado y aprendido al hablar con otros.
Pida que le refieran a un profesional de la salud mental que tenga experiencia y conocimiento en tratar a niños. (Puede encontrar información adicional sobre cómo identificar a un profesional de la salud mental al final de este folleto).
Cómo encontrar respuestas
Una evaluación por un profesional de la salud puede ayudar a aclarar los problemas subyacentes en el comportamiento de un niño y brindar seguridad o resultar en recomendaciones para los próximos pasos. Ofrece la oportunidad de conocer las fortalezas y las debilidades del niño y de determinar qué intervenciones podrían ser más útiles.
Una evaluación exhaustiva de la salud mental de un niño incluye lo siguiente:
Una entrevista con los padres en que se hable sobre la historia del desarrollo del niño, su temperamento, sus relaciones con los amigos y familiares, historia clínica, intereses, habilidades y cualquier tratamiento previo. Es importante hacerse una idea de la situación actual del niño, por ejemplo: ¿ha cambiado recientemente de escuela, ha habido una enfermedad en la familia o un cambio que ha tenido un impacto en la vida diaria del niño?
Recopilación de información de la escuela, como pruebas estandarizadas, informes de comportamiento, capacidades y dificultades.
Una entrevista con el niño sobre sus experiencias, así como pruebas y observaciones de comportamiento, si son necesarias.
Opciones de tratamiento
Los resultados de la evaluación pueden sugerir que el comportamiento del niño está relacionado con cambios o tensiones en el hogar o en la escuela; o es el resultado de un trastorno para el cual se recomendaría un tratamiento. Las recomendaciones de tratamiento pueden incluir:
Psicoterapia (“terapia de diálogo”). Hay muchos enfoques diferentes para la psicoterapia, entre ellos, las psicoterapias estructuradas dirigidas a problemas específicos. La psicoterapia eficaz para los niños siempre incluye:
Participación de los padres en el tratamiento ( especialmente en el caso de niños y adolescentes )
Capacitación en habilidades y práctica de esas habilidades en el hogar o en la escuela (como “tarea” entre una sesión y otra)
Medidas de progreso (por ejemplo, escalas de calificación, mejora en las tareas asignadas de la escuela) que se rastrean a lo largo del tiempo.
Medicamentos. Los medicamentos pueden usarse junto con la psicoterapia. Al igual que con los adultos, el tipo de medicamentos que se use para los niños depende del diagnóstico y puede incluir antidepresivos, estimulantes, estabilizadores del estado de ánimo y otros ; con frecuencia se asocia tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos. Si está consultando a diferentes especialistas, el tratamiento debe coordinarse.
Consejería familiar. Incluir a los padres y otros miembros de la familia en el tratamiento puede ayudar a las familias a comprender cómo los desafíos individuales del niño pueden afectar las relaciones con los padres y hermanos y viceversa.
Apoyo para padres. Las sesiones individuales o de grupo que incluyen capacitación para los padres y la oportunidad de hablar con otros padres pueden ofrecer estrategias nuevas para apoyar al niño y manejar el comportamiento difícil de una manera positiva. El terapeuta también puede capacitar a los padres sobre cómo tratar con las escuelas. Miembros de la familia en el tratamiento puede ayudar a las familias a comprender cómo los desafíos individuales del niño pueden afectar las relaciones con los padres y hermanos y viceversa.
Fuente: DEPARTAMENTO DE SALUD Y SERVICIOS HUMANOS DE LOS ESTADOS UNIDOS Institutos Nacionales de la Salud
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